domingo, 20 de septiembre de 2015

Si la verdad está ahí fuera, que vaya mi madre, seguro que la encuentra. ¿Cuántas cosas perdemos a lo largo de nuestras vidas? ¿Cuántas recuperamos? ¿Cuántas se pierden a drede, y cuántas de ellas sin querer? ¿A donde van a parar esas cosas? Yo tengo la respuesta, todas van al mundo paralelo que hay dentro de las lavadoras, bajo los cojones del sofá y "misteriosamente" ellas solas se arrastran bajo la cama o los cajones de tus hermanos pequeños. Deberíamos perder muchas más cosas, y más amenudo. Aprenderíamos a valorarlas, y saber que se puede vivir sin ellas. Útil y necesario son conceptos diferentes, y cuando un objeto tiene estas dos maravillosas cualidades se convierte en INDISPENSABLE. Lo mismo ocurre con la gente, lo peor de este asunto es que tirar personas a un contenedor de basura es mucho más difícil que tirar esos pantalones que piensas que algún día se pondrán de moda, esa pila de revistas que no sabes como ha crecido si no le has dado de comer, o el cargador del primer móvil que tuviste, por si algún día te vale para otro. No, las personas no se están quietas, y suelen oponer resistencia. Por eso, a veces necesitas cal, una pala, pedir la tarde libre en el trabajo y un buen amigo que diga que estuvo contigo en el cine.


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